El Caballero y el Corazón de Cristal

Un caballero debe resolver un misterio para salvar a los dinosaurios de una extraña enfermedad.

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La Enfermedad que se Extiende

Sir Kaelan descubre un triceratops enfermo y los misteriosos cristales que causan la enfermedad.

Sir Kaelan de la Escama Verdeante patrullaba el brumoso valle, un lugar donde el tiempo se había detenido. Aquí, grandes bestias de una era olvidada campaban a sus anchas. Su deber era mantener la paz. Pero la paz estaba fallando. Encontró al triceratops cerca del Bosque Sombrío, con su gran cabeza cornuda baja. No era agresivo, solo... exhausto. A su alrededor, las hojas de cícada que había estado comiendo estaban manchadas con un crecimiento cristalino y azul antinatural. Le dolió el corazón; se sentía como un Caballero de Copas, impulsada por la empatía. Un texto antiguo le vino a la mente, una advertencia de la época de los 'dinosaurios antes del anochecer', que hablaba de una luz que enfermaba la tierra. Esto era más que una enfermedad aleatoria; era una plaga rastrera, un rompecabezas que tenía que resolver.

2

Un Consejo de Dudas

Kaelan discute con el escéptico consejo de caballeros, convencida de que el origen de la plaga es obra del hombre.

En la Sala Capitular, los caballeros ancianos, una orden tan estoica como los legendarios Caballeros Templarios, escuchaban con rostros de piedra. "Está en la naturaleza de las criaturas enfermar y morir", dijo el Gran Maestre. Kaelan se mantuvo firme. "No. He estudiado los nombres de los dinosaurios, sus comportamientos. Esto afecta a los herbívoros y a nuevas especies, incluso a pequeños dinosaurios con plumas que acabamos de catalogar. Se extiende desde las antiguas Minas del Norte". Sintió un fuego encenderse en su interior, la energía apasionada de un Caballero de Bastos. "No es culpa suya. Es nuestra. Ignoramos el pasado bajo nuestro propio riesgo. No es como en algún simplista 'programa de televisión de dinosaurios' donde solo son monstruos. Son seres vivos y tenemos un deber". Su convicción era absoluta. Iría a las minas, con o sin su bendición.

3

El Corazón de la Plaga

Kaelan y su montura, Rider, encuentran el origen de la enfermedad: un corazón de cristal gigante y palpitante.

Cabalgó en su Deinonychus, un veloz compañero al que había apodado 'Knight Rider' por su velocidad, hacia el corazón de la montaña. Los túneles brillaban, las paredes gemían bajo la presión del crecimiento cristalino. Finalmente entraron en una vasta caverna donde el aire vibraba con poder. Suspendido en el centro estaba el origen: un corazón de cristal puro, tan grande como una roca, que pulsaba con una enfermiza luz azul. Era hermoso y terrible. ¿Destruirlo o contenerlo? La elección se sentía tan diferente como el día y la noche. La destrucción podría ser más rápida, pero la energía liberada podría hacer añicos el valle. La contención parecía imposible. Rider gruñó, sintiendo la maldad del lugar, su lealtad un consuelo en el opresivo silencio.

4

El Ingenio de un Caballero

Usando su conocimiento y coraje, Kaelan redirige la energía dañina del cristal en lugar de destruirlo.

Kaelan recordó un diagrama de un libro antiguo en los archivos, escondido junto a polvorientos tomos y manuales sencillos como 'Dinosaurios para niños'. Mostraba cómo enfocar la energía usando cristales armónicos. Era una posibilidad remota, pero era mejor que la fuerza bruta. Trabajando rápidamente, fijó en su escudo cristales más pequeños y estables que había recogido de las paredes del túnel. Sosteniéndolo en alto, lo anguló de la manera correcta. La energía del Corazón de Cristal se lanzó, golpeando su escudo no con un estrépito, sino con un zumbido. El rayo se refractó, dividiéndose en una docena de corrientes de luz más pequeñas que se hundieron inofensivamente en el suelo de la caverna, conectando a tierra la peligrosa energía. El pulso opresivo disminuyó, la luz enfermiza se suavizó. No había destruido el pasado, sino que había redirigido sus consecuencias. Fue una solución nacida no de la fuerza, sino de la comprensión.

Moraleja de la Historia
La verdadera valentía no reside en destruir lo que tememos, sino en comprenderlo y encontrar soluciones creativas y compasivas a problemas complejos.