Bolt, el robot, aprende a compartir
Un robot llamado Bolt aprende que compartir su engranaje favorito trae más alegría que quedárselo.
El engranaje más brillante

Bolt era un pequeño robot al que le encantaban las cosas brillantes. Su tesoro favorito era un engranaje grande y reluciente. «Mi precioso engranaje», tarareaba, puliéndolo hasta que podía ver su propio reflejo. Era el engranaje más brillante de toda su colección, y nunca dejaba que nadie más lo tocara.
La torre inacabada

Una tarde soleada, Bolt vio a sus amigos, Pip y Gizmo, en el parque. Estaban tratando de construir una magnífica torre giratoria, pero solo se tambaleaba tristemente. «Nos falta un último engranaje para la cima», suspiró Pip, mirando el lugar vacío. «Nuestra torre no puede girar sin él».
La elección de un robot

Bolt agarró con fuerza su engranaje especial. ¡No quería regalarlo! Pero entonces miró las caras de decepción de sus amigos. Se imaginó cómo la torre podría girar y girar, brillando bajo el sol. Se dio cuenta de que ver la torre girar con sus amigos sería mucho mejor que tener un engranaje solitario.
La alegría de compartir

«¡Podéis usar mi engranaje!», anunció Bolt, ofreciéndolo. ¡Sus amigos vitorearon! Colocó con cuidado el brillante engranaje en la cima de la torre. Al instante, comenzó a girar, cada vez más rápido, enviando deslumbrantes arcoíris de luz por todo el parque. Bolt aprendió que compartir no solo hacía felices a sus amigos, sino que también le hacía sentir cálido y resplandeciente por dentro.